
El jueves viajo a Estoril, y reconozco que me cuesta pensar en clave MotoGP sabiendo que Casey Stoner puede ser campeón esta fin de semana, sobrándole ni más ni menos que cuatro GGPP. El síntoma más claro de cómo están yendo las cosas, y la razón más evidente para que los jerifaltes de este tinglado se estén planteando cambios para arreglar un poco el entuerto. Aunque, como he dicho en otros posts, bueno será que ellos piensen, que las fábricas de neumáticos piensen, que las de motos también, y los pilotos. Claro, que mejor no piensen demasiado Bridgestone, Ducati y Stoner por si eternizan la paliza. El australiano ha sido, y es el mejor, con claras evidencias, pero tengo más duda de que esa superioridad, o la de prácticamente cualquiera, se pueda medir en un campeonato al que le sobre casi el 25 por ciento de su calendario.
Las maldades del título nada tienen que ver con esto. Pensaba en el 125. Sé que la cilindrada pequeña no pone tanto como las otras, pero cualquiera reconocerá que su espectacularidad bien vale respetarla como parte de nuestra competición. Faubel y Talmacsi están con el cuchillo entre los dientes después de lo de Misano. No diré mucho de aquello porque la impresión general es que Faubel se calentó absurdamente con alguien que no se jugaba nada como Corsi, y que Talmacsi en este caso hizo poco por liar nada. La maldad, y voy al grano, es la siguiente, con enunciado simple: dos pilotos jugándose un título, de un mismo equipo y corriendo para la misma fábrica; el equipo es español, para más señas, valenciano (Bancaja es muy valenciana, como el Ricardo Tormo y la Generalitat); Faubel es valenciano, y podría ser el primer campéón del mundo de esa región desde que tienen el circuito y su estructura deportiva; Talmacsi es de Budapest; Aspar de Alzira, Valencia; Faubel lleva la RSA, el ambicioso y caro proyecto de Aprilia, moto que pretende vender a sus equipos satélites en 2008 como caballo ganador; Talmacsi lleva la RSW. Sin más palabras. Veremos.