Maravilla y decepción

Ya dije en mi anterior post que en Jerez todo se complica. Así que no he podido escribir más desde allí. Me he quedado con dos sensaciones después del GP: que la carrera de 250 fue sencillamente maravillosa; y que la de MotoGP fue relativamente aburrida.

Jorge Lorenzo, Álvaro Bautista, Andrea Dovizioso y Héctor Barberá durante 16 vueltas, dieron un recital maravilloso. Y el público lo agradeció. Fue mucho mayor el alboroto que se montó tras el éxtasis del cuarto de litro, que la celebración de los aficionados después de la carrera de MotoGP. Ayer y hoy he estado leyendo análisis de la prueba en distintos sitios, que van desde los 24 adelantamientos que contaron unos, a los 42 que contaron otros. Da igual la cifra (por lo que yo vi, me decanto por la opción dos), pero es un síntoma de cómo se tomaron los pilotos su trabajo. Fantástico. Para el Mundial es importantísima la victoria de Lorenzo, pero cuando terminó casi daba igual quién se hubiese llevado el gato al agua. Barberá decía que estaba cabreado, pero contento a la vez; Dovizioso sonreía pese a ver sido sólo tercero, y Rossi le mandaba un sms a su compatriota para felicitarle, teniendo en cuenta la inferioridad de la Honda; Bautista estaba exultante, y ponía cara de disfrute cuando se le recordaba el carrerón en el que había estado metido; Lorenzo se volvía loco, y reconocía que esto era más divertido que lo de Qatar. Con esto es con lo que me quedaré del GP.

Sé que MotoGP levanta más expectación entre todos, me incluyo, y por eso la carrera me decepcionó, porque casi no hubo adelantamientos. Sólo se vio desmadrado a Elías. Ganó Rossi, sí, pero sin lucha. Me acordé inmediatamente de la carrera de Losail, y pensé que aquella tampoco había sido brillante. Y me pregunto: con todo lo que hemos hablado de las 800, con la expectación que ha levantado la temporada y la igualdad que se esperaba (con más fábricas metidas en la cabeza), ¿será está la pauta de las carreras? ¿nos hemos equivocado esperando tanto? Espero que no...