Estoril y Valencia: lo máximo

Esta vez sí que he tenido tiempo para reflexionar sobre todo lo que ha pasado este fin de semana. Tiempo para aburrir, porque el viaje de vuelta ha sido más largo de lo normal gracias, como no, al maravilloso sistema aéreo mundial... En cualquier sitio te la pueden liar.

Cuando me paseaba por el paddock estos días saqué la conclusión de que se respiraba cansancio generalizado. La gira ha sido rompedora. De hecho, y eso es una sensación propia porque de él es difícil sacar demasiadas conclusiones, parece como si a Pedrosa le hubiese pasado factura todo este demoledor principio de año en el que él tan bien lo ha hecho, culminado con la desgraciada caída de Malasia. Con cansancio o sin él, el GP de Japón dejó tres carreras aburridillas, pero con mucho jugo en cuanto a las lecturas. El 125 está acabado, pero es precioso ver como Bautista, una vez logrado el título, se ha embarcado en una lucha contra la Historia por ser el mejor piloto de 125 de todos los tiempos. Con los números en la mano, claro, que de calidad de pilotaje jamás existirán comparaciones fiables (y si echamos la vista atrás nos encontraremos con nombres que quitan el hipo). En 250, Lorenzo superó con la suerte de cara la prueba de la temporada, la carrera en territorio enemigo en la que encima peor se le pusieron las cosas. Suerte o torpeza de la escudería Humangest de Dovizioso y Takahashi, porque que Andrea pierda una opción tan buena porque se le cayese Yuki en los morros, y que eso permitiese a Lorenzo reengancharse, es de juzgado de guardia. Jorge puede ser campeón en Portugal, y si no lo será en Valencia. Su moto es la mejor, él está imparable y también dejando números mareantes. Aunque sobre lo que ha pasado este año en el cuarto de litro me guardo una reflexión para más adelante. Por cierto, con el brillo de la lucha por el título se ha dejado un poco de lado la victoria de Hiroshi Aoyama. Con una KTM 250 con poco más que un año y medio de vida. Me parece de mucho mérito. Hablando de Aoyama, su nombre ha salido en algún movimiento en MotoGP, pero lo mismo que he puesto antes, ya contaré en otro momento cómo funciona la rumorología del paddock y qué se llega a oír.
En MotoGP Loris Capirossi firmó la tercera victoria europea en Japón: la primera vez en la historia que en tierras niponas no hay ni una solo moto del país en la primera posición de alguna de las tres categorías. En la reina, Honda sólo pudo poner en su circuito a Melandri en el podio (y a nadie más en 125 y 250). La lectura que dejó Motegi es que Valentino Rossi ya es el campeón de la mayoría, es decir, que nadie cree en Hayden. Podría parecer injusto, pero si ves cómo reacciona Nicky, la cara de frustración y desesperación que tiene (al borde de las lágrima), da la sensación de que ni él mismo cree en sus posibilidades. Doce puntos es una buena distancia. Pero cuando tienes detrás a alguien como Valentino, que te machaca golpe tras golpe fuera y dentro de la pista, se necesita mucha sangre fría. Y ojo: que se valore lo que está haciendo el Doctor este año.
Esto dejó Japón y, sobre todo, los ojos puestos en Estoril y Valencia. El calendario suele estar mal hecho porque los títulos siempre o casi siempre se han resuelto en esos viajes con una diferencia horaria demoledora para los aficionados europeos, la mayoría. Pero por suerte este año no ha sido así. ¿Os imagináis que 250 y MotoGP se resolviesen en la última carrera del año?