Ojo, que Rossi ya llegó
Lo ha advertido él mismo, pero sin decirlo. La moto está al cien por cien. Él está al cien por cien. El peor Valentino Rossi de los últimos años ha dado tres oportunidades a sus rivales. En una les ganó. De las otras dos sólo ha salido con doce puntos de desventaja respecto al líder del Mundial, su ex compañero Nicky Hayden. Mal aprovechada la crisis. Después de Turquía, varios equipos se quedaron a entrenar, entre ellos el Camel Yamaha. Y parece que el trabajo hecho allí cundió. Encontraron el punto clave que tantos problemas le estaba dando a la Yamaha. Hoy, Valentino, en una pista totalmente mojada, ha sido el más rápido. Y ha puesto una sonrisa de oreja a oreja. Los cachorros Pedrosa, Stoner y Elías, los jóvenes experimentados Hayden y Melandri, o los viejos Capirossi o Gibernau tienen de qué preocuparse.
No es una sorpresa, porque que Rossi termine siendo el dominador, no puede sorprender a nadie. Es la comidilla continua en el paddock. Todos lo sabemos, se respira: los demás disfrutan y recogen frutos mientras el campeón del Mundo les deje. Cuando digo paddock no son sólo pilotos o periodistas. Los mecánicos no tienen dudas. Los que se llenan las manos de la grasa de las motos son mayoritariamente adeptos a la religión de Vale. Cuando ganó su sexto título en Australia hace dos años, con el famoso “Che Spettacolo!”, la mayoría de la gente que fue corriendo al podio para celebrar con él el éxito eran mecánicos de otros equipos, alucinando una vez más con la magia del italiano. Y me cuesta recordar el haberme encontrado a alguien que me haya hablado mal de Rossi. Es una de las cosas que tiene que a veces no se contemplan. Su figura va más allá de la representación del triunfo, es un icono del deporte en mayúsculas. Y él mismo dice que ha vuelto. La competencia engrandece la competición y la hace más divertida, pero… ¡Madre mía como sea verdad lo que ha dicho!
No es una sorpresa, porque que Rossi termine siendo el dominador, no puede sorprender a nadie. Es la comidilla continua en el paddock. Todos lo sabemos, se respira: los demás disfrutan y recogen frutos mientras el campeón del Mundo les deje. Cuando digo paddock no son sólo pilotos o periodistas. Los mecánicos no tienen dudas. Los que se llenan las manos de la grasa de las motos son mayoritariamente adeptos a la religión de Vale. Cuando ganó su sexto título en Australia hace dos años, con el famoso “Che Spettacolo!”, la mayoría de la gente que fue corriendo al podio para celebrar con él el éxito eran mecánicos de otros equipos, alucinando una vez más con la magia del italiano. Y me cuesta recordar el haberme encontrado a alguien que me haya hablado mal de Rossi. Es una de las cosas que tiene que a veces no se contemplan. Su figura va más allá de la representación del triunfo, es un icono del deporte en mayúsculas. Y él mismo dice que ha vuelto. La competencia engrandece la competición y la hace más divertida, pero… ¡Madre mía como sea verdad lo que ha dicho!
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