No... ¿pero sí?

Termina el primer día del GP de Cataluña. Que abran las puertas el jueves para los aficionados termina dándole una salsilla al día que mejora lo que se suele vivir el día antes de los primeros entrenamientos normalmente. Mañana, o más bien hoy cuando me levante, escribiré algo sobre MotoGP (que me da que interesa más). Ahora volveré a contar una cosilla de 250. Mucha gente, y me tendré que incluir, se fijaba hoy en cómo andaba el patio Lorenzo-Bautista después de lo de Mugello. Los dos han estado como tiene que ser, quitándole importancia al asunto y comentando aquello de que son cosas de las carreras. Esta versión ha sido más la de Bautista, porque Lorenzo ha preferido no hablar de esto. Perfecto. Pero me he fijado en una escena que, cuanto menos, ha sido curiosa. Cosas de la vida, el box de Jorge está pegado al de Álvaro (en Italia también fue así). Hoy los aficionados se han podido pasar por el pit lane para ver las motos expuestas en cada garaje, e intentar pillar los autógrafos de los pilotos que se querían acercar a atenderles. He visto a Barberá tirarse hora y media firmando, aunque la palma se la ha llevado Bautista, con algo más de dos horas de fotos, sonrisas y firmas. A media sesión, alguien del box de Lorenzo ha visto el baño de masas del piloto de Aspar, y le ha llamado para que también se pusiese a firmar. Jorge tenía muchos compromisos, así que se ha marchado pronto. En el rato que han coincidido, con una distancia de menos de diez metros entre ambos, ni se han mirado. Estoy convencido que tantas horas en el circuito no son buenas, y eso de que esté esperando a que llegue el domingo desde tan pronto no puede ser bueno. Así que estas escenas se miran de otra manera. Aburrimiento de jueves, porque sí que estoy seguro de que en cuanto llegue la carrera, esto quedará en nada.